Nos besábamos, con pasión, como si fuéramos novios. Me tenía cogida de la cintura mientras rodeaba su cuello con mis brazos. Su morreo intensificaba la calentura del momento, no podía soltarme, me sentía protegida en sus brazos. Mientras mamá dormía, yo me besuqueaba con mi padre en la sala, con la luz apagada y la tv prendida. Sus manos subían a mis costillas a la vez que las pasaba por mi espalda, apretando mi cuerpo contra el suyo, sentía mis pechos aplastarse contra su cuerpo.
Sus manos pasaron de mi espalda a mi trasero, sintiendo lo paradito que estaba, sintiendo cada una de las nalgas de su hija. Sus manos apretaban mis nalgas por encima de la bata morada que llevaba ese día, una mano en mi cintura y la otra en mi trasero, nada me ponía tan caliente como eso.
Yo bajaba mi mano lentamente, desde su cuello hasta su enorme bulto, pasando por sus pectorales y su abdomen bien definido. Sentía como su bulto iba engordando a medida que los besos se intensificaban. Lentamente se enduraba, hasta sentir su pene ya bien erecto a través de su short. Podía acariciar su la cabeza a la par que sobaba con delicadeza su enorme pene.
Lentamente se fue sentando en el sillón detrás de él, sin dejar de besarme, sin dejar manosear a su hija. Al sentarse, estiró su brazo para coger una de mis piernas y poder empujarla hacía él, para sentarme sobre su regazo sin dejar de besarlo. Al acercarme, abría mis piernas para colocarme encima, dejando que mi vestido se alce un poco, dejando ver mis rellenitas piernas blancas.
Mi padre, sin dejar de besarme, estando encima de él, sobaba mi pierna con una de sus manos mientras que con la otra me agarraba una nalga. Yo llevaba mis manos al comienzo de su polo para comenzar a quitárselo. Lentamente fui alzándolo, sintiendo su fornido cuerpo con la punta de mis dedos al hacerlo. Cuando no podía subir más, él estiró sus brazos hacía arriba para poder quitárselo, para eso, dejamos de besarnos. Puede ver el cuerpo de mi padre que, a pesar de haberlo visto antes, con la luz tenue se veía muy sexi.
Al quitárselo, me miró directo a los ojos mientras llevaba sus manos al short para bajarlo junto con su bóxer. Para facilitárselo, me paré un poco en su regazo, haciendo que mis pechos queden en su cara. A pesar de que mis pezones se podían ver duritos a través de la bata, se concentró tanto en mis ojos que no lo notó, pero eso no importa pues luego me lo quitaría para verlos mejor.
Al estar completamente denudo, llevó sus manos a mis piernas, rosándolas suavemente mientras subía a mi trasero por dentro de la bata para poder sentirlo al descubierto. Pero ese día llevara unas bragas rosadas con bordado de flores rojas y amarillas. Siguió besándome mientras masajeaba mi culo, haciendo a un lado mi braga para poder tocar mi rajita ya humedecida por lo calienta que estaba.
Cuando sintió la humedad en mi vagina, empezó a mover sus dedos de arriba abajo lentamente, empapándolos y haciendo que mi respiración sea más intensa. Al notar suficiente humedad en mi rajita, alzó hasta mi cintura la bata y cogió su pene del tranco para ponerlo recto. Apuntando a mi vagina, todo venoso y cabezón, estaba el pene de papá. Logré verlo gracias a la luz del televisor.
Empezó a rozar la punta de su pene contra mi rajita, empando la cabeza y preparándolo para meterla. Cuando la dejó bien mojadita, dio un pequeño empujón con delicadeza, haciendo que la punta del pene entre con lentitud. Mientras lo hacía, me miraba a los ojos al igual que yo lo hacía. Cada centímetro dentro era una delicia para mí, sentía la verga de mi padre entrando en mi coño, era lo más sublime de mi vida.
Cuando metió todo su pene, empezó con el mete saca, lento y sin prisas. Yo le paraba más el trasero para que lo pudiera sentir mejor, sin embargo, pasó a quitarme la bata. La cogió y la fue alzando mientras veía todo mi cuerpo brillar gracias a la luz de la tv. Estiré mis brazos para ayudarlo, eso hizo que viera mis senos revotar por tratar de quitarme la bata con cierta prisa. Sus ganas de querer morderlos le ganaron, haciendo que mordiera mis pezones.
Agarraba una de mis tetas con una sus manos, mientras tenía la otra mi cintura. Dejé que cogiera mis pechos con sus manos mientras yo llevaba mis brazos alrededor de su cuello, poniendo mis pechos en su cara para que jugara con ellos. Le daba sentones tiernos mientras le gemía con cautela para no despertar a mamá, haciendo que lleguemos juntos al momento del climax.
Era tanta la calentura que mojé toda su verga con mis jugos, haciendo que cada penetrada se escuche por la gran cantidad de humedad. Fue tal el punto, que incluso su verga resbalaba en mi coño con facilidad. No aguantaba más, me quería venir, al igual que él.
Aceleramos con las arremetidas, haciendo que mis pechos reboten de forma brusca, pechos que estaban con las marcas de sus manos y sus mordidas por lo pálidos que eran. Mi gemir se intensificó junto con el suyo, pudiendo ver su sudor bajando por su cien con cada sentada que le daba. Sentía sus enormes bolas chocar con mi ano por lo bruscos que estábamos siendo. Fue tanto el esfuerzo que le pusimos que terminamos por venirnos juntos, soltando un último aliento de cansancio. Sentía como su verga se movía dentro de mi vagina con cada chorreada de semen, siendo 4 los borbotones de semen dentro de mí. Yo empapé su verga con mis jugos, haciendo que resbalen por sus bolas, dejando una línea brillando en sus bolas gracias al flujo de su hija.
Cuando nos vinimos, nos besamos románticamente mientras nos acariciábamos la cara. Nos quedamos así por un rato mientras su verga se ponía flácida. Luego me la sacó y, aun cansados, nos acostamos en el sillón, abrazándonos y haciéndonos mimos. Me rodeaba con sus brazos mientras yo estaba sobre él, acariciando sus pectorales y sintiendo su respiración cansada. Nos quedamos acostados por un rato, sintiendo la satisfacción del otro, disfrutando del descanso antes de pararse e irse. A pesar de que quería quedarme con él para siempre, tenía que cambiarme la braga, estaba toda mojada, dando una sensación extraña al tenerla puesta.
Lo miré y besé de forma tierna, diciéndole “te amor papá”, haciendo que me devuelva un “yo igual hija” con esa sonrisa adorable que tanto me encanta. Me paré y me puse la bata, caminé hacia las escaleras y las empecé a subir mientras veía como él se levantaba para subirse el short sin dejar de mirarme. Me despedí alzando mi mano y moviendo mis dedos de atrás a delante, junto son una sonrisa tierna. Al llegar al segundo piso, donde se encuentran los cuartos de mi casa, paso por el cuarto de ellos. Se encontraba semiabierto, con la luz de la luna entrando por la ventana. Me asomé un poco para ver si mamá escuchó lo que pasó, pero solo logré ver parte de sus pies sobre la cama y una botella de Vodka sobre la mesa de noche.
Luego de inspeccionar, me dirigí a mi cuarto de puntitas para no hacer ruido, estando dentro, me comienzo a cambiar las bragas y me alisto para ir a dormir. Estando en la cama, sentí cierta culpa por lo que pasó esa noche, aun no digería por completo lo que pasó, sin embargo, me sentía muy satisfecha. Era raro. Desde esa noche, las cosas cambiaron para siempre.
En la mañana las cosas fueron iguales. Mamá despertando tarde por beber mucho alcohol a noche, papá alistándose para ir a trabajar. Yo me preparaba para ir al colegio, planchando mi uniforme y yendo a preparar mi desayuno, mamá nunca me lo hacía, ya saben la razón.
Escuché la puerta cerrarse a lo lejos, eso significa que papá se fue a trabajar. Bajé con tranquilad a preparar mi desayuno, luego volví a subir para alistarme y salir.
Durante las horas de clase no podía dejar de pensar en lo de anoche, en mi padre, si verga, sus deliciosas embestidas. Lo mismo me pasó durante el recreo.
-¿Qué te pasa?
-¿Qué? – pregunto con mirada perdida.
-Estás muy rara hoy, Lesli – dijo mi amiga mientras comía sus empanadas.
-Creo que el novio no la trata bien jajaja – dijo otra de mis amigas, haciendo que se rían las otras.
A la salida, regresé a casa y comencé con la rutina de siempre; comer mi almuerzo, bañarme, cambiarme de ropa, hacer mis tareas, escuchar música, lo de siempre.
Mientras caía la noche, yo esperaba a papá en mi cuarto. Realmente no sé cómo reaccionar después de lo de anoche, supongo que haríamos como que nada pasó. Caídas las 9, escucho la puerta principal abrirse, me pongo toda nerviosa e intranquila. Decidí abrir mi puerta un poco para ver a papá subiendo las escaleras, asomándome con cautela y viendo su llegada. Se veía cansado, somo siempre, deben ser largas jornadas en la oficina las que pasa. Al verlo entrar a su cuarto, es cuando decido salir con rapidez y bajar a la sala para cenar, siempre lo hacemos juntos.
La cena es silenciosa, como siempre. El único ruido emitido durante ese momento es el de las cucharas chocando contra el plato, el pequeño cuchillo para cortar la carne, el tenedor, el jugo sirviéndose en el vaso. Durante la cena, papá y yo nos miramos constantemente, apenas segundos, y luego volteamos a ver nuestros platos. Se sentía un poco de incomodidad en el ambiente, y bueno, después de ayer quien no lo estaría.
Al terminar, cada uno recoge su plato y lo lleva al lavadero, done se quedará toda la noche hasta la mañana, cuando mamá lava los platos al levantarse. Papá se dirige a la sala, a ver televisión, mientras mamá saca un vino junto con una copa, llevándolos al cuarto que comparte con papá. Yo me dirijo hacia mi cuarto.
Mientras subía las escaleras, miro a papá sentado en el sillón, repentinamente, él gira para mirarme. Nuestras miradas se cruzaron, haciendo clic al instante, como diciendo “espero que hoy pase otra vez”. Leí su mirada, y él la mía, y entendimos lo que queríamos.
Estando en mi cuarto lo único que esperaba era que el alcoholismo de mamá entrara en juego otra vez. Aproximadamente demora entre una a dos horas para acabar la botella, según eh visto, comienza a dormir después de la octava copa, dejando la botella por la mitad.
Caen las doce con quince, los nervios aumentan. Mi conciencia dice que está mal, pero a mi cuerpo le gusta, una gran duda corroe mi mente. Empiezo un dilema moral, invadiendo mi cuerpo por la incertidumbre. En realidad está mal, no le puedo hacer esto a mamá, no puedo.
Sentada sobre la cama, preguntándome si debería bajar o no, escucho mi puerta abrirse. Veo la luz del pasadizo entrar a mi cuarto junto con una sombra, era papá. Me quedo pasmada y con miedo, fue tan inesperado que no dije nada, y solo me quedé mirando. Su mirada penetrante me intimidaba, su fornido cuerpo proclamaba respeto, el pequeño rechineo de la puerta abriéndose me enervaba. Estando parado en mi puerta, sentía una pequeña brisa entrar a mi cuarto y pasar por mis pies.
Empezó a acercarse lentamente a medida que yo me parada. No cerró la puerta del todo, una pequeña línea de luz invadía mi cuarto, sin mencionar que ya tenía su bulto parado, se le notaba mucho.
Al acercarse, alcé mi mirada para verlo directo a los ojos, sin decir una palabra. Él pasó su mano por mi rosto, llevando mi cabello hacia atrás de mi oreja, y en ese movimiento, deja posada si mano en mi mejilla y jala mi rostro hacia el suyo, haciendo que nos besemos de forma romántica. Me besaba como si besara a su mujer, majando sus manos a mi cuerpo, sintiendo cada centímetro de este. La bata que usaba ese día era casi transparente, solo me la pongo para dormir.
Luego de un largo beso, y manoseos por parte de él, me alzó la bata azul que llevaba ese día, dejándome en ropa interior, y besándome así. Luego me fue echando lentamente a la cama, sin dejar de besarnos, quedando debajo de él. Una vez acostados, bajó sus manos a mis bragas para quitarlas. Las agarró de los costados con delicadeza y me las quitó con lentitud, para ver como pasan suavemente por mis rellenitas piernas. Una vez me las quitó, se sacó el polo junto con el short y el bóxer, quedando completamente desnudo. Me calentó verlo así, la pequeña luz entrando por mi puerto hizo que el contraste se viera perfecto. Al estar desnudo, me puso encima mío, entre mis piernas, haciendo que su pene erecto choque con mi coño humedecido.
El morreo fue tan cachondo que hizo que papá soltara su líquido preseminal a chorros, empapando con este parte de mis labios, con eso super lo caliente que estaba por cogerme.
-Dámelo papi, lo quiero dentro.
Esas palabras fueron suficientes. Agarró su pene, apuntándolo a mi coño, y lo metió con suavidad, no sin antes dar un par de golpecitos a mi clítoris con este. Estaba tan baboso que prácticamente resbaló al entrar, sentí la suavidad de su pene, como me iba abriendo los labios con facilidad.
Empezó a mover su pelvis de atrás a adelante mientras me besaba. Mordía mis labios y chuponeaba mi cuello, dejándomela roja. Lo hacía con pasión y con mucho esmero.
Con mis manos iba tocando su enorme espalda, llevándolas de arriba abajo, bajando hasta sus nalgas para tratar de guiarlo un poco en las arremetidas. Él me tocaba los pechos mientras me besaba y cogía una de mis piernas para pasarla por detrás detrás de su espalda, luego hizo los mismo con la otras. En esa posición bombeaba a su hija con ímpetu, haciendo que gima y pida que no pare con cierto elevo de voz involuntario.
Mi padre siguió arremetiendo hasta cansarse, no del todo, haciendo que se gire para cambiar de posición. Ahora yo estaba arriba como la primera vez, pero estaba vez sobre mi cama. Empecé con los sentones bruscos a par que él movía su pelvis. Agarró mis pechos con las dos manos y los apretaba a su placer, mi cabello saltaba con cada sentada que daba, se podía escuchar cómo me penetraba por la brusquedad del momento.
Si mamá hubiera estado despierta ese día, creo que nos hubiera escuchado desde el otro cuarto, pero por la calentura del momento, creo que no me hubiera importado.
Mi padre siguió bombeándome, haciendo que gimiera como loca, haciendo que la cama rechinara, haciendo que las fundas de la cama de destendieran, haciendo que su hija se corra desprevenidamente por la concentración en el placer. Unos segundos después, sacó su pene con rapidez para venirse. Sentí su semen pasar por parte de mi trasero, manchando un poco mis nalgas ya que la sacó para ese lado.
Agotados, sudorosos y jadeantes, nos acostamos juntos, yo encima de él, pero con una de sus piernas ubicada entre las mías. Su brazo pasaba por debajo de mi cuerpo, llegando a cubrir parare de mi espalda, mientras que el otro tocaba mi hombro. Tenía una de mis manos en su pecho, sintiendo el calor de su cuerpo, viendo las estrellas en mi ventana.
Al día siguiente ocurrió los mismo, él me esperaba en la sala con la tv prendida. Yo bajé con una bata que llegaba hasta un poco más arriba de la rodilla, pero esta vez sin ropa interior. El siguiente día fue igual, cogiendo en mi cuarto con la puerta completamente cerrada para evitar despertar a mamá. En la cocina, en sillón, sobre la mesa, sobre escritorio de mi cuarto, parados, sentados, acostados.
Había días en los que nos metíamos al baño juntos. Cuando papá llega del trabajo, lo primero que hace es bañarse, yo aprovecho para meterme con él y coger mientras mamá prepara la cena. Hubo noches en las que no cogíamos, pero lo compensábamos por la mañana.
Papá siempre es el primero en despertar para irse a trabajar, en ese pequeño lapso de tiempo, entra a mi cuarto para hacer un rapidín. Comienza acariciando una teta mientras aun sigo durmiendo, luego me despierto para ver quién es, y aun muy adormitada, me besa con ternura sin dejar de tocarme. Entiendo que es él, así que me preparo para ser penetrada. Alzo mi trasero un poco para hacer que baje él short con la que a veces duermo, al hacerlo, vuelvo a colocar mi cara sobre la cama con los ojos cerrados por el enorme sueño que aun tengo. Se pone encima, toca mi raja para saber dónde meterla, escupe en sus dedos, dedos que luego vuelve a pasar por mi coño, y me penetra. Esas cogidas mañaneras me despabilan.
Durante dos semanas continuamos con nuestra rutina de sexo, mañanas y noches. Todo iba genial, hasta el día del incidente.
Casi a la mitad de la tercera semana, esperaba que mamá se durmiera, como siempre, para poder coger con papá. Estaba acostada en mi cuarto con la laptop viendo una serie cuando, inesperadamente, escucho la ventana de mi cuarto ser golpeada. Eran casi las 12, entenderán mi miedo en ese momento.
Me paré con lentitud para asomarme. Caminé enervada hacia la ventana, dando pasos cortos y sin perderla de vista. Como estaba cerrada, solo me puse delante de ella para ver que ocurrió, y sin previo aviso, una sombra se asoma desprevenidamente, haciendo que me espante y corra hacia el interruptor de la luz para ver de qué se trataba. Al prenderla, veo con claridad que mi novio es quien escala con facilidad el árbol en la calle para entrar a mi cuarto, sorprendentemente.
Me acerco rápidamente a la venta, la abro y digo.
-¡¿Qué haces aquí?!
-Quería saludarte un rato… después de dos semanas ausente, supongo que me debes una explicación amor.
Olvidé por completo que tenía un novio, y es que… estuve tan entretenida con papá que ya no me hizo falta uno.
La razón de mi desdén con él es por tener la fama de ser un chico muy coqueto, con todas las chicas. Acepté ser su novia para matar mis momentos calientes, tengo algo se sentimientos hacia él, pero no es que me vaya a morir si él no está.
Frank es un grado más que yo, y estudia en otro colegio. Quizás eso hizo que no se los mencionara antes.
-Estuve ocupada Frank, ¡tienes que irte!, papá está en la sala, te puede escuchar.
-No te veo en dos semanas y así es como me recibes – dice mientras entra al cuarto por completo – se nota que me has extrañado – dice con sarcasmo.
-Estoy en exámenes, por favor vete, no quiero meterme en problemas – le digo mientras lo empujo hacia la ventana.
-Oye tranquilas, harás que me caiga. ¿Dónde está tu papá?
-Abajo ¡y tú no deberías estar aquí!
-Vine a visitar a mi micha, ¿acaso no puedo? – dijo mientras mientras pasaba su mano por mi rostro para acomodar mi cabello.
-A estas horas no Frank, ¡ahora vete! -digo mientras trato de darle la vuelta para que se vaya, sin embargo, rápidamente toma mi mano, la lleva hacia su cuello y me agarra de la cintura con sus dos manos y me empuja hacia él.
-¿Sabes? Te extrañé mucho Lesli, constantemente estoy pensando en ti – dice mientras trata de acercar su cara a la mía. Yo trato de evadirlo, pero él es más fuerte y más vivo.
-Frank, ¡¿no ves que no quiero nada contigo?! – digo empujándolo con los brazos para evitar que me bese.
-¿Por qué dices eso mi amor? ¿no ves que me rompes el corazón? – se acerca más a mi cara.
-Por que se que te acuestas con otras ¡y te consta! – alzo la voz, liberándome de sus brazos – En el colegio todos saben de tus agarres en las fiestas ¡¿creíste que no me enteraría?! Todos se acercan a contar lo “genial” que eres con todas cuando bebes y fumas, ¡maldito hipócrita!
Frank solo se me queda mirando, con cierto miedo, frunce un poco el ceño y dice - ¿Y de verdad te importa eso? Solo me usas coger… y ya, ni siquiera me tratas como un novio, solo como tu puto consolador. Creo que tratas mejor a un consolar.
Tenía razón, no me importaba. Solo lo usaba para coger, y bueno… era lo único que hacía bien.
-¿Y el hipócrita soy yo? Puffff ambos sabemos que solo es placer – se me acerca y me coge de la cintura otra vez – se que amas como cogemos, de lo contrario no estuvieras conmigo – dejo que se acerque a mí, pero aun impongo molesta mirándolo mal – Nena, deja que tu chico te haga sentir bien, de la única manera en como lo sabe hacer – al terminar de hablar, me besa.
Dejo que lo haga pues me gusta esa actitud confianzuda que tiene, es lo que me atrae de él.
Me da un morreo intenso que terminas con manoseos. Lleva sus manos alrededor de mi cuerpo, tanto atrás como adelante. Preciosa mis senos con delicadeza a la par que no mis nalgas. La bata con la esperaba a papá no ayuda en mucho a cubrirme, bueno, ese era el punto, pero Frank no tenía que disfrutar eso.
Me envolvió en sus ganas de querer coger, la pación con la que me besaba me enganchó, al punto de no querer soltarlo. Fuimos lentamente a la cama sin dejar de besarnos, luego, bruscamente me tira sobre esta mientras empezaba a desabrocharse los jeans rápidamente.
Estando en la cama, le abro las piernas para provocarlo mientras le digo “eres una mierda Frank, mira lo que me haces hacer”. Bajo la bata no llevaba ni una prenda interior. Frank, se baja el bóxer rápidamente, haciendo que su pene salga del tirón por lo erecto que estaba. No saben como me encantaba esa verga trigueña.
Instantáneamente, se puso encima de mí, dándome un beso de lengua intenso.
-Que rica que estás amor, en serio que te extrañé – dijo estando muy excitado.
-Por eso te cogías a otras ¿verdad? Imbécil
-Te extrañé porque ninguna coge como tú – dijo. Pasó a escupir en su mano y empezar a lubricar su pene con este. Luego agarro el tronco y empezó a sobar la punta de tu verga contra mi vagina para humedecerla con su baba.
-Frank en serio te odio, no se porque dejo que me cojas – digo estando mucho cachonda, mientras paso mis manos por detrás de cabeza, deseando que me penetre de una vez.
-Por que amas mi verga Lesli – y me la mete en un solo movimiento, haciendo que de un pequeño grito de dolor, pero a la vez de placer.
Frank comienza a mover su pelvis de manera sensual, de atrás a adelante, haciendo que envuelva su cintura con mis pies mientras le gimo en el odio. Frank empieza a chupar mi odio, dando una sensación de cosquillas muy deliciosa en mi cuerpo. Acelera con las arremetidas mientras bajo mis manos a una de sus nalgas para apretarla con fuerza, insinuando que quiero brusco. Entiende la indirecta y empieza a dar penetradas lentas, pero bruscas. Por cada penetrada es un gemido que doy. Son tan fuertes que hace que mis senos se muevan.
Todo iba de maravilla, hasta que se escucha tres golpecitos en la puerta.
-¡Es mi padre! – digo y empujo a Frank con fuera – ¡Escóndete bajo la cama!
Frank hace caso y se escabulle bajo la cama. Yo me acomodo la bata y me miro al espejo para acomodarle el cabello. Me dirijo la puerta y agarro la perillas muy enervada y temblorosa. Doy un respiro profundo antes de abrir, y al hacerlo, me llevo un morreo espontáneo de mi padre.
Esa noche mi padre estaba muy caliente, supongo que por eso no se aguantó las ganas. Yo trataba de quitármelo, pero era más fuerte que yo. Tenía su mano por detrás de mi cabeza mientras las otra me agarraba de la cintura.
-¡Espera papá! – digo intangiblemente por su beso apasionado.
Papá me manosea y me besa mientras me lleva a la cama, tratando de quitármelo, me tira sobre esta para ponerse encima. Fue en ese momento donde pude hablar.
-¡Papá! ¡no es el momento!
-Pero te deseo amor, me estuve aguantando todo el día, en serio te deseo.
Y comienza a bajarse los pantalones y a alzarme la bata, sin dejarme explicarle las cosas.
-¡Papá! ¡no! ¡esperas!
Se los baja con rapidez y escupe en su mano, mano que lleva a mi coño para humedecer, lo que no hubiera hecho si supiera lo que previamente estuve haciendo antes de su llegada.
-¡papá por favor espera!
Pero mi padre no se inmuta, estaba decidido a cogerme salvajemente esa noche. Pone su pene en mi coño y, como lo hizo Frank, me penetra en un solo movimiento. Comienza con el mete saca desesperadamente, como un perro, mientras me besa y muerde mis senos.
No podía quitármelo de encima, solo me tocó disfrutar con miedo.
Me penetraba como animal, como si no hubiera cogido en años. Hubo momentos en donde metía sus dedos en mi boca para abrirla y hacer que chupe mi flujo por haber tocado mi vagina mientras la penetraba. Luego de estar abajo, se da la vuelta hace que me ponga encima, para penetrarme con rapidez y para poder morder con facilidad mis senos. Empezó a darme nalgazos que, fácil sonaban hasta el otro cuarto, en donde mamá dormía. Me hacía gemir mucho, me hacía jadear mucho, al igual que él, estaba hecho una fiera ese día.
Me gustó tanto ese comportamiento cachondo que me dejé llevar por un momento, sin importa que Frank estuviera escuchando. Le di sentones como nunca, haciendo que mi coño se chorreo constantemente.
Después de un rato montando a mi padre, este me puso a un lado de cama, parándose y poniéndome en 4 para cogerme así. Alcé mu culito para que se le facilitara la penetrada. Sentí como jugaba con mi coño y su verga, dándole golpecitos rápidos a mi coño con este y pasando la punta a lo largo de mi raja. Luego metió su verga con facilidad, resbalando al entrar, y comenzando con las arremetidas.
Me nalgueaba, me jalaba del pelo, pasaba su mano por toda mi espalda rasguñándome. Sentía como apretaba mis nalgas, abriéndolas para ver su verga entrar en mi coño. Pasaba su pulgar por mi ano, sobándolo y escupiéndolo, no se que quería hacer, pero no dejaría que me haga un anal, por el momento.
Aceleró la envestida, jalándome el pelo bruscamente haciendo que mi espalda se arquee. Dijo “me voy a venir, ya no aguanto” y sacó su verga con rapidez, posándola sobre mi ano para venirse ahí, llenando mi culo de su semen delicioso. Sentí su semen bajar por mi coño y cayendo en el borde de la cama. Literalmente, mi coño chorreaba semen de papá. Nos acostamos un rato, yo con miedo pues olvidé por un momento a Frank. Escuchó todo, sintió todo, ¡¿QUE MIERDA LE VOY A DECIR?!
Papá no se quedó mucho tiempo conmigo, tenía que levantarse temprano para una importante reunión en la oficina. Me dio un beso en la frente y dijo “descansa bebé, te quiero mucho” y se fue, cerrando la puerta en silencio, como todas las noches.
Instantáneamente, sentí a Frank salir de debajo. Con velocidad agarré la sábana con la que me tapo por las noches para cubrir mi desnudez. Frank salió riendo y diciendo “nos vemos mañana amor” con exagerado sarcasmo. Su risa maliciosa decía mucho, sus ojos emanaban maldad pura.
-Tu y yo la pasaremos muy bien – dijo mientras reía
Dios, en que lio me he metido.
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