Me independicé a mis 26 años, apenas una bebé de la vida, pero la falta de atención de mis padres formó mi carácter, ahora vivo sola en un departamento en el centro de la ciudad, con un lindo gato y un trabajo desde casa. Soy programadora, lose, no es algo atractivo en una chica, pero se que dirías lo contrario cuando me abra me piernas frente a tus ojos.
A este señor en particular, Royer, le faltaban escrúpulos para evitar serle infiel a su esposa. Con hijos y una gran casa en el barrio de clase alta de la ciudad te definen como “patán exitoso”, no me extraña que le fuera infiel a su esposa, total, casi el 72% de los hombres casados le son infieles a sus esposas de alguna manera. Damas, no se hagan las inocentes, sabemos que pasa lo mismo con nosotras.
La pregunta aquí sería: ¿Cómo terminé cogiendo con Royer? Es simple. Regresemos a aquel día en donde pasé 8 hora seguidas programando para una empresa Finesa (no diré cual, jódanse). Estaba cansada, era casi de noche, no había comido nada en 8 horas. Me levanté de la silla con cierto dolor en la espalda, me dirigí hacia en refrigerador y, sorpresa sorpresa, no hay cerveza.
-Mierda – digo mientras veo la hora en mi celular. Es de noche, pero no muy tarde para salir a comprar, cosa que aprovecho para tomar aire libre.
Me puse un abrigo y salí, en pantuflas, a la calle para comprar más cerveza. Si, no es la mejor imagen de mí, pero les vuelvo a repetir, si te abro las piernas se te olvidará que no me eh bañado hace como 10 horas.
Estando fuera, camino un par de calles abajo, tratando es esquivar la luz verde de los semáforos, dirigiéndome a mi tienda favorita de “cerveza fría las 24 horas”, es una gasolinera. Al llegar, entro y me dirigió hacia los refrigeradores en donde, para mi sorpresa, está repleto de varias marcas de cervezas. Me sorprende mucho pues, normalmente, solo tienen de dos marcas.
-¿También estás indecisa?
-¿Qué? – digo confundida.
-Que si estás tan indecisa como yo – dice este señor señalando el refrigerador.
Su vestir era elegante, pero un poco ajado. Era como si hubiera estado todo el día en la oficina, esperando este momento para venir a coger su cerveza favorita y decepcionándose por no encontrarla. Se veía que se afeitaba seguido. Su callar de plata junto con su reloj plateado de alguna marca cara de relojes decían “tengo dinero, pero solo quiero una cerveza”. Era la clase de humildad que te confunde.
-Supongo que esta noche probaré algo diferente – dije regresando mi mirada a los refrigeradores.
-Supongo que esta noche también probaré algo diferente – dijo, mirándome - ¿Qué llevarás?
-Aun lo pienso, ¿alguna recomendación?
-Escoge la que te emborrache linda, eso hará que el sabor no importe después de la tercera.
-¿La tercera? Una pensaría que ustedes los señores soportarían las 6 antes coquetear en un bar.
-O en una gasolinera – dice sonriéndome.
-Tranquilo galán, ¿no te espera una esposa en casa? – digo alzándole una ceja y sonriéndole un poco.
-Si, pero eso no significa que no pueda hacer amigas.
-¿Amigas? – pregunto.
-Hagamos algo, si te tomas las tres primeras cervezas conmigo, sin emborracharte, yo te las pago esta noche.
Era claro que este tipo quería algo más que solo cerveza, pero era gratis, casi que si le aceptaba podía hacer que page mi pizza de microondas.
-Acepto su reto señor desconocido – digo estirando mi mano.
-Dime Royer – dice, estirando su mano con una sonrisa en rostro.
Compró la cerveza, dos six pack, y salimos a la calle para beberlas.
Un carro cada media hora entraba para llenar el tanque e irse. Nosotros estábamos bebiendo y hablando de la vida, preguntándonos cosas que normalmente no se le preguntas a una persona que recién conoces.
-¿Y cuantas veces le fuiste infiel a tu esposa? – pregunto descaradamente, mientras abro la 4 cerveza para beber.
-Una que otra, pero solo aventuras – dice, abriendo su 5 cerveza.
-¡Que descarado! ¿Y tu esposa no te ha descubierto?
-Nha, soy cauteloso con esas cosas.
-Salud por la discreción – digo alzando mi cerveza, estando ya un poco ebria.
Seguimos conversando por un buen rato, abriendo cerveza y sacándole información. En resumen, es director ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones, hambre de familia los fines de semana, y un gran jugador de ping pong. Con 45 años no pierde su toque en el ping pong, es increíble.
Seguimos bebiendo sin control, hasta acabarnos los dos six pack, sin darnos cuenta. Okey, estaba ebria, no tanto como para que violen, pero lo suficiente para llegar a casa sin una pantufla.
-¿Quieres que te lleve? – pregunta Royer – ahí está mi auto ¿Vives lejos?
-Unas calles arribas.
-Okey, te llevo entonces.
-Noooo – digo alzando la voz.
-¿Por qué no?
-Se lo que intentas Royer amante del ping pong, y esta noche no es tu noche galán.
-Jajaja no se de lo que hablas, anda, déjame llevarte, no quiero verte en las noticias sobre el asfalto con una bala en tu cabeza.
Esas cosas pasan,
-Anda, vives cerca, créeme, no es problema.
Mierda, si me metió miedo con eso de la bala en mi cabeza, ahora si quiero que me lleve. Aun así me doy cuenta de lo que intenta, así que, aprovechando mi hambre, acepto.
-Está bien Royer amante del ping pong, pero con una condición.
-¿Cuál?
Nos encontrábamos de camino a mi casa, en su auto, con mi pizza de microondas en mis manos. Con mi ebriedad veía las luces de los postes un tanto borrosas, pero lindas. Durante el camino, sentía la mirada de Royer sobre mí, no se que estaría mirando específicamente, pero me gusta imaginar que miraba la pizza por el hombre que también traía.
Al llegar a la entra de mi edificio, para el carro.
-Llegamos linda, mmmmmm conozco este edificio, tiene lindos departamento.
-¿Una aventurita tuya te trajo aquí antes? – digo con gracia, sin soltar mi pizza.
-Tu si tiras a matar ¿no? – dice sonriéndome.
-Adios galán, y gracias por las cervezas. En serio la pasé bien contigo hoy– digo mientras abro la puerta del carro.
-Espera – dice, cogiéndome del mentón y regresando mi mirada hacia él. En eso, me roba un beso, totalmente inesperado.
Me tiene del mentón mientras me besa, con mi puerta abierta, con mi pizza entre mis manos, que descarado, que buen beso.
Me deja de beso y suelta mi mentón, poniendo sus manos en el volante y diciendo:
-Adios linda.
Fue el mejor beso que me anda dado estando ebria, pero podía demostrárselo. Así que, le di una sonrisa y salí del carro sin recitar palabra, dirigiéndome al edificio para entrar. Estando en la puerta, me quedo parada, con la mano en la puerta, tratando de escuchar si el auto se pone en marca.
Giré para ver si ya ve había ido, pero no, ahí seguido Royer. Camino de regreso a su carro, toco la ventana del asiento del copiloto, él la baja preguntando: ¿Qué pasó linda?
-Ehhhhhhhhmmmmmmm – digo entre tartamudeos – no quieres… ¿No quieres un poco de pizza para microondas?
Entramos al departamento besándonos, lanzando la pizza por el aire, cayendo en quien sabe dónde. Rodeaba su cuello con mis manos mientras el me sostenía del culo, sus besos y sus manoseos me calentaba, es como si supiera donde tocar para excitarme. Caminamos a la cama entre tropezones, tirándolo de golpe. Yo caí encima de él.
Me senté sobre su bulto para quitarme el abrigo y alzarme la bata con rapidez, quedándome solamente en bragas pues no usaba sostén. Imagino que mis pezones se habrán visto a través de la bata, quizás por eso lo calentó al verme en la gasolinera.
Empezó a chupar mis pezones a medida que se desabrochaba la camisa. Yo pasaba mis manos por su bulto para sentir como iba creciendo en mi mano, mientras le sostenía la cabeza para que pudiera chupas mis senos con más facilidad.
Al quitarse la camisa, me volteo, quedando sobre mí para poder desabrocharse el pantalón. Se los bajó con rapidez, dejando ver su enorme verga de señor. No era tan larga, pero si cabezona y ancha, con un poco de vello.
Escupió sobre su mano para lubricar bien su pene. Luego, pasó el glande por la entrada de mi coño humedecido, preparándose para embestirme.
-¡Métela ya! – digo, apresurándolo pues estaba muy cachonda, en serio quería que me cogiera.
Me miro a los ojos y comenzó a penetrarme, lentamente, abriendo los labios de mi coño. Comenzó a mover la pelvis de arriba abajo, a velocidad moderada, siguen el ritmo de la calentura. Este tipo es todo un profesional para el sexo, apenas llevamos 4 minutos y ya me voy a venir.
Su cuerpo fornido estaba sobre el mío, cubriéndome por completo. Mis manos rodeaban su cuerpo, tratando de llegar a su trasero redondo perfecto. Su collar chocaba con mi mentón, aproveché eso para chuparlo y calentarlo más.
-Que buenas que estás preciosa – decía dándome morreos intensos y apasionantes.
Si supiera que no me eh baño.
Siguió cogiéndome, hasta sentir que me corriendo. Gemí como loca cuando lo hice, era uno de los mejores orgasmos que estaba teniendo. Para su suerte, era una chica multi orgásmica, así es, este tipo se había sacado la lotería conmigo.
Cuando se dio cuenta de mi corrida, se volteo otra vez, dejándome encima de él para que le de sentones, cosa que no dudé en hacerle. Comencé a cabalgarlo como loca, poniendo mis manos sobre su pecho para apoyarme y tener más equilibrio. Él me cogía de la cintura, guiándome en lo sentones para hacerlo venir.
Mientas le brincaba, cogió mis senos y los empezó a chupar deliberadamente. Los apretaba, jugaba con ellos, se los soltaba para ver como rebotaban con mis sentones. Mi cabello empezó a alborotarse, por eso, pasó sus manos por mis espalda, jalándolo hacia abajo para hacer los sentones más bruscos.
Yo estaba como loca, gimiendo con cada sentón, con cada embestida. Sentía como su verga penetraba mi coño rápidamente, haciendo que mis nalgas suenen, haciendo que me venga una segunda vez.
-¡Ve voy a venir! – dice Royer.
-¡Vente mi amor vente! ¡quiero que lo hagas no te detengas! – digo con gemidos entrecortados.
Me tenía de la cintura con una mano mientras que con la otra me jalaba el cabello por la espalda con la otra. Yo continué moviendo mi culo más rápido para sentir todo su semen dentro de mí, quería que se venga dentro, lo deseaba. Lástima que no pasó.
Repentinamente sacó su pene de mi coño, corriéndose entre mis nalgas. Aun que quería que sea dentro, igual sentí rico. Por mi parte, también me corrí, sobre su pelvis, y parte de su bajo estómago.
Después de unos segundos, nos quedamos viéndonos el uno al otro, observando nuestro sudor caer por la frente. Me acosté a su costado, jadeando, con una respiración profunda. Solo me acosté, no lo abracé pues sabía que tenía que tenía que irse a casa, y vaya que tuve razón. Se levantó de la cama, buscando su camisa y sus pantalones, comenzando a ponérselos.
-Que rápido huyes de mí chica ping pong – digo desde la cama, observando como se viste.
-Linda, en serio que la pasé increíble, pero sabes que me tengo que ir.
-Se se, asegúrate de cerrar la puerta cuando te vayas – digo mientras me levando, tapándome con el cuerpo con la bata que dejé en el borde de la cama.
Terminó de cambiarse, por completo, giró para mirarme sentada al borde de la cama, dándole la espalda, y dijo: adios linda, fue una noche genial.
-Si si lo que digas, oye galán, cuando vengas trae otra marca de cerveza, la que bebimos no es mala, solo no quiero estar ebria cuando me cojas.
Se quedó mudo, luego se le escuchó decir “está bien linda” con una pequeña risita, luego se fue.
Me acerqué a la ventana y vi como se subía a su carro y se iba. Era tarde, más de las 12, y en mi mente solo tenía en pensamiento de “Dios, que bien coge este idiota”. Era la verdad, soy alguien que dice las cosas en la cara, sin miedo a herir los sentimientos de alguien. Las mentiras nunca me han llevado a nada, sin importar que tan pequeñas ha sido, siempre empeoran las cosas.
Cuando se fue, entré a la ducha para bañarme, por obvias razones. Luego me sequé bien el pelo, y dale, a seguir programando. Era tanto el trabajo que tenía que hacer que incluso me quedé dormida sobre el escritorio. Al despertar, me di cuenta que eran las 6:30 de la mañana, y con apenas 4 horas de sueño.
-Mierda, necesito vacaciones – dice.
Para mi sorpresa, ya había terminado el trabajo. Seguro me quedé dormida tratando de enviar correos. El punto es que me levanté a prepararme un desayuno.
La pasé en casa durante todo el día, había trabajo toda la semana, quería hacer lo que me gustaba. Me puse manos a la obra decidí limpiar un poco, leer, escuchar música, ver películas, la vida de una completa ermitaña. Cuando tienes una tarjeta de crédito que es llenada con mucho dinero después de terminar un proyecto, no tienes límites. Claro yo si, pues no tengo muchos amigos, los tengo, pero son ermitaños como yo. Cuando salimos, “salimos” a reunirnos a casa de un amigo o amiga a jugar videojuegos o a beber hasta que uno por uno empiece a caer.
Desde que me mudé de casa de mis padres, mi vida cambió radicalmente. La mayoría de mis fines de semana la pasa en casa de algún amigo de mis amigos cogiendo. Algunos tenían novias, otros estaban solteros, pero por alguna extraña razón, prefería a los que estaban comprometidos. Que clase de monstruo soy.
Recuerdo que, cuando era adolescente, cogía con los novios de las chicas a las que odiaba en clase, incluso hacía que terminaran con ellas prometiéndoles que me dejaría coger por ellos toda la vida. En cuanto lo hacía, decía cosas como “lo siento, es que no me satisfaces sexualmente” o “tengo novio, lo siento” o “sabes… comencé a hacerlo con tu amigo, y… me siento feliz a su lado, no le puedo hacer esto, lo siento”. Como verán, era una mini perrita.
Una vez, una chica del salón, me invitó a su fiesta de cumpleaños. Al principio no iba a ir pues no tenía mucha confianza con esta chica, hasta que vi a su novio yéndola a ver a la salida. Oye, ese chico si era atractivo. En cuanto le eché el ojo, supe que estaría en la fiesta, así que decidí ir.
Realmente no soy alguien que se arregla mucho para salir, soy de las sencillas. Estando en la fiesta, me junto al grupo de mi amiga para pasar el rato, hasta que encontré al chico. Estaba con su novia, abrazados, en otro grupo de amigos. Era fácil, solo tenía que esperar a que se queda solo y llevarlo al baño de la casa. No pasó mucho tiempo cuando la chica lo dejó solo, así que rápidamente aproveché para ir con él, como una tigresa casando una gacela.
Al acercarme, él estaba inclinado sobre una pared, con el pie apoyado sobre esta, revisando su celular.
-Hola – digo con voz inocente.
-Hola – dice, regresando a ver su celular.
-Tú eres el novio de Sindy ¿Verdad?
-Si, ¿Cómo me conoces? – pregunta confundido.
-Solo lo sé, ¿y donde está ella?
-Fue a traer un poco bebida.
-Entiendo… imagino dejará que baile con su novio un rato.
-Jajaja no la conoces – dice entre risas.
-La conozco perfectamente, pero pensaba que no te dejabas manipular por ellas.
-¿Cómo?
-Parece que te tiene bien controladito.
Guarda su celular en el bolcillo y frunce un poco el ceño.
-A mi nadie me controla – dice.
-Tranquilo chico liberas jajaja baila conmigo si no le temes a tu novia.
Mientras digo eso, me voy alejando de él, caminando hacia la pista de baile. Él me sigue, me coge de la mano y yo lo guío hacia el centro para bailar. Entando el centro, giro para mirarlo, pasar mis manos por su cuello, y dejando que coja mi cintura.
Muchos tienen demonizado al reguetón pues lo considerar un baile atrevido, y tienen razón, es un baile que calienta y pervierte hasta la mente más inocente. Es por eso que lo uso con mis víctimas. Tan solo tengo que voltearme y ponerles el trasero sobre el su bulto al ritmo de la canción, que fácil es esto.
Este chico, cuyo nombre nunca pregunté, tenía mi trasero en su bulto, rosando mis nalgas, calentándose. Podía sentir como su bulto se iba endurando entre mis nalgas. Ese día me puse un pantalón de tela fina apropósito para hacer mi jugada. Esta excitado, podía sentir como su pene estaba erecto, la primera fase estaba terminada, solo faltan dos.
Al sentir y pene erecto, giro para mirarlo, poniendo mis manos en su cuello y besarlo descaradamente mientras todos ven como el novio de la chica mete su lengua en mi boca, sin siquiera saber mi nombre. Sus manos fueron bajando lentamente hacia mi trasero, mientras una de mis manos bajaba por su abdomen hasta llegar a su bulto. Masajee ese bulto con tana pasión que no pudo contenerse y dijo: Eres genial nena.
Lo sé chico, lo sé.
-Lo miré a los ojos sin dejar de tocar su bulto y dije: ¿Quieres ir al baño?
Abrió la puerta del baño de golpe, metiéndome con él, agarrada de la cintura y riendo como loca, quizás por beber mucho “jugo sin alcohol”. Nos comenzamos a besar, manoseando el cuerpo del otro, sintiendo los latidos del corazón alocarse.
Besándolo, comencé a desabrochar su pantalón rápidamente, bajándoselo junto con su ropa interior y viendo como su verga salía rebotando de golpe por el elástico del bóxer. Me arrodillé frente a él y comencé a mamársela como una loca, escupiéndola y succionando toda la baba de golpe mientras lo masturbaba.
Él me cogía de la cabeza, tratando de meter su verga aún más, tratando de llegar a mi garganta. Sus dedos estaban metidos entre mis cabellos, ocultándolos. Sus bolas chocaban contra mi barbilla, bolas que se empezaron a empapar el exceso a baba y líquido preseminal que caía de mi boca.
De un momento a otro, me paró, cogiéndome de los hombros y dándome vuelta, recostándome sobre el lavado mientras me baja el pantalón. No era de botones, por eso se le hizo fácil quitármelo. Luego comenzó a pasar su pene lleno de mi baba por la entrada de mi raja, empapándola y preparándola para embestirme, cosa que no tardó en hacer.
Comenzó a penetrarme salvajemente, mientras me nalgueaba, mientras me jalaba del pelo, mientras gemía como loca. Estaba disfrutando el momento, era como si estuviera perdiendo la virginidad, no por la parte del dolor, por la parte del placer. Se que muchas chicas sufren en su primera vez, pero yo lo disfruté como una Diosa disfruta del paraíso en donde reina.
Después de estar parados un buen rato, nos acostamos en las locetas fritas del suelo, bueno… él se acostó y yo me senté encima. Puso su verga recta, mirando arriba, para que entre con facilidad a mi coño humedecido. Al estar encima de él, este dio golpecitos a mi coño con su verga, para luego dejar que me siente sobre él, metiendo su verga mientras lo hacía.
Al tenerla centro, me quedé en cuclillas mientras movía mi pelvis de arriba abajo, haciendo que se verga entre y salga de mi coño con facilidad por la humedad, casi resbalando. Continué así un par de minutos hasta que se vino, no dentro de mí.
Su pene comenzó a botar borbotones de semen, lo siento, estaba vez no los conté. El semen cayó sobre su estómago, manchando gran parte de polo gracias a la gravedad. Apenas vi que se vino, me levanté con rapidez para acomodarme y salir a beber algo, estaba sedienta.
Mientras me miraba al espejo, el comenzaba a levantarse, buscando la manera de limpiar su desastre. Me miró y me dijo:
-No se que hacer con esto – refiriéndose a su polo manchado – igual, eres genial nena, espero verte otra vez.
-Ohhhh guapo, aun no termino contigo – digo sonriendo maliciosamente.
-¿Cómo? – dice confundido, con los pantalones abajo y con papel higiénico en las manos.
Giro rápidamente, hacia la puerta, cojo la perilla y la abro bruscamente, encontrado a su novia, la chica del salón, en la puerta, furiosa. Él se altera, subiéndose el pantalón con rapidez, pero torpemente.
-No sé qué haces con él, no aguanta ni 5 minutos de sexo salvaje jajaja – digo entre risas.
Salgo del baño como una campeona, pasando por el costado de la chica. Siente que se mete al baño y grita “PERO QUE MIERDA PASA CONTIGO” seguido de una cachetada que, y apuesto mi vida, seguro se escuchó en todo el distrito. A partir de ese día no volví a ser invitada a las fiestas de cumpleaños. De las chicas que tenían novio.
¿Que putas tiene que ver esto con el maduro al que te cogiste? Preguntarán, bueno, la verdad, solo les cuento eso para vayan entiendo como es que llegué a alejarme de mi vida pasada, que imagino, lo van entiendo a medida que avanza la historia.
Con respecto a Royer, para sorpresa de nadie, volvió a tocar mi timbre la noche siguiente. Saben perfectamente que pasó dentro de mi departamento. Pero se los dejos para otro día, no creo que te aguantes todo la historia de un solo soplo jajajaja ¿o sí?
Comentarios
Publicar un comentario