Mi engreída Josselin

  Josselin siempre fue una niña muy cariñosa, constantemente le pedía abrazos su madre, y besos en la mejilla a mí, su padre. Quería jugar todos los días en el enorme jardín que tenemos, correteando con su faldita que hacía vaivén por el viento mientras ella imaginaba que podía volar, con su muñeca de trapo en un mano mientras decía “¡Vuela más alto!”. Su simpatía le causaba ternura a todos los adultos que la conocían, era como si quieran abrazarla hasta hacerla explotar. Desde pequeña tenía actitudes raras cuando se trataba de mí. Cuando llegaba a casa, ella siempre gritaba “¡Papi!” y venía corriendo a mí sin dejarme cerrar la puerta por completo. Quizás les parezca normal, pero lo raro llegaba cuando intentaba saludar a mi esposa con un beso en los labios y Josselin me interrumpía. Me jaloneaba y me decía “Cárgame papi cárgame” o a veces solo me decía “Ven te quiero mostrar algo que hice” e impedía que saludara a Beatriz, mi esposa. Cuando caminábamos los tres por la calle ta...

Mi amiga me seduce en los vestidores de la tienda

 


Escogimos las mejores prendas de la tienda, las que eran de nuestra talla, y corrimos hacía los vestidores para probárnoslas. Entramos y cerramos la puerta un poco fuerte, entre risas y chistes, y comenzamos a desvestirnos. Dentro del vestidos había un espejo enorme, que iba desde el suelo hasta casi llegar al techo. Podías ver tu cuerpo completo con toda normalidad. El vestidor medía como mediría la ducha de tu casa, pequeña, muy pequeña, cabíamos las dos con comodidad pero con otra las cosas se incomodarían.

Comenzamos a desvestirnos, espalda con espalda, sin ver el cuerpo de la otra. Se escuchaba como Alejandra se bajaba el cierre del pantalón, mientras que yo me quitaba la blusa color rosada de ese día. Me bajé los pantalones quedándome en ropa interior, al igual que Alejandra.

Cada una tenía su conjunto de ropa, y sin vernos la cara, nos empezamos a vestir.

-Deberíamos quitarles las etiquetas – dice Alejandra.

-¿Para qué? Si las vas a comprar hazlo jajaja como te sobra el dinero jaja – digo entre risas.

-Calla jajaja lo digo para que no esté estorbando al momento de ponérmela.

Mi conjunto era un vestido enterizo de tela fina, roja y con pelotitas blancas por todos lados. Mientras que Alejandra escogió un vestido corto, negro, resaltando su piel blanca y combinando con el labial negro que se había puesto ese día.

Nos mirábamos en espejo, viendo desde que ángulo se veía mejor el vestido. Mi vestido rojo resaltaba con mi piel morena, junto con mis labios rojos y mi pelo ondulado. Alejandra se veía sexi con ese vestido, tanto que se lo dije, dándole una nalgada de gracia que nos hizo reír a carcajadas.

Ella tenía un excelente cuerpo, buen trasero y buenos pecho. Siempre se hacía la manicure y pedicure, haciendo que tenga un aspecto pulcro.

-¿Crees que atraiga chicos en la fiesta con este vestido? – me preguntó mientras hacía poses sexis frente al espejo.

-Definitivamente Ale, sabes que no necesitas ese vestido para enamorar. Eres sexi amiga.

-Creo que esas atribuciones también caen contigo jajaja

-¡¿Qué hablas enferma?! Jajaja

-Tienes babeando a todos los chicos de la Universidad, no te hagas, “morena cachonda” – dijo con sarcasmo y pasando su mano por mi brazo, exagerando el tono de su voz.

En ese momento reímos, fuerte, cogiéndonos de las manos como niñitas de primaria. Después, nos desvestimos con la misma mecánica de no ver el cuerpo de la otra, y nos colocamos el siguiente conjunto.

El de ella era un jean con un top que dejaba al descubierto sus hombros junto con su abdomen. Ese conjunto hacía que resalte su cintura. El mío era una falda corta, suelta, con una blusa manga larga, sin embargo, fue mala idea ponerme la falda pues tenía un gran trasero. Alejandra aprovechó eso para subírmela, molestando, mientras decía “ese culito calienta huevos jajaja”

-¡Aleeeee! ¡no hagas eso!

-Jajajaja lo siento, no pude evitarlo – dice sin parar de reír.

En ese momento, le doy otra nalgada que la hace sacudir de dolor, haciendo que se sobe la nalga.

-Jajajaja ahí está por mala – digo en plan venganza.

 Después de unos segundos de risa, veo que, entre la ropa que trajo para probarse, hay ropa interior. La miro con curiosidad, mientras ella se da cuenta de lo que veo.

-Me pareció linda, así que la traje, ¿te la quieres probar? – pregunta.

-No no, dale, pruébatela tú jajaja

-Dale, date vuelto

-Espera… ¿te la probarás aquí conmigo? – pregunto elevando la voz.

-Claro, necesito una opinión de como me queda.

Me da vuelta rápidamente, y empiezo a escuchar como se comienza a desvestir. Trato de ignorarlo y distraerme viendo mi vestido, así que bajo la mirada un poco para ver como me queda desde ese ángulo complicado. Escucho como el calzón de Alejandra baja por sus piernas tonificadas, haciendo que haya un aumenten de curiosidad en mi mente, ¿Cómo será su cuerpo al desnudo? ¿será igual o más sexi que yo? La curiosidad me invade, así que, precavidamente, empiezo a girar mi cabeza un poco para el lado del espejo, tratando de ver su cuerpo desnudo.

-Ya, date vuelta – dice, haciendo que me asuste un poco, regresando mi mirada al frente. Giro por completo, haciendo acaso a su pedido, y veo que esta posando frente a al espejo, parando el trasero y dándose vuelta para ver como le queda por la parte de atrás.

-¿Crees que me vea gorda con esto? – pregunta sin dejar de posar ni de mirar el espejo.

-Te queda bastante bien, digo… parece lencería jajaja

-¿Y que crees que es? A los chiscos les gusta esto, a parte que es cómoda. Parecía que no llevara nada.

Y vaya que no lleva nada.

En eso, veo que entre la ropa que trajo, saca otra lencería morada con negro, y me la da en las manos.

-¿Qué hago con esto? – pregunto confundida.

-Póntela – dice

-¡No!

-¡Andaa! Es tu talla, te verás sexi, lo prometo jajaja.

Acepto sin tanta insistencia y comienzo a desvestirme, mientras ella se mira al espejo, llegando a la parte de la ropa interior y pidiéndole que se de la vuelta.

-Tranquila querida, no veré, tu sigue.

Conozco a mi amiga, y se que la curiosidad le gana, aun así hice caso y me desvestí sin que ella se de vuelta. Me puse la lencería y me miré al espejo como ella lo hacía.

Nos comenzamos a mirar y a posar frente al espejo, dándonos vueltas, riéndonos. En eso, ella se voltea y dice:

-Con razón tienes a todos babeando, solo mira esos melones – dice mientras coge mis pechos y los mueve de arriba abajo.

-¡Oyeee no hagas eso! – digo entre risas.

-¿Por qué? ¿te gusta? – pregunta con una sonrisa.

-No jajaja solo no hagas.

-¿o que harás al respecto? – dice mientras intenta cogerlos otra vez.

-¡Noo! Jajaja ¡basta Ale! Jajaj – intenso escapar de sus brazos.

Alejandra intenta coger de nuevo mis pelones, haciendo que retroceda y quede pegada contra la puerta del vestidor. Trato de cubrirme los pechos, impidiendo que los coja, pero ella es más hábil, así que cojo sus manos para evitar que los suba y logre tocar mis pechos. Ese movimiento hizo que sus manos quedaran en mi cadera, cogiéndola y tratando de voltearme para darme una nalgada. Subo mis manos para cogerla de los hombros y hacerla para atrás, pero es más fuerte que ello. Eso hace que mis manos queden en sus hombros mientras ella me tiene de la cintura. Repentinamente, nos quedamos mirando, directamente a los ojos, sin risas y sin jugueteos.

Estábamos en ropa interior, prácticamente abrazadas en el vestidor, mirándonos. Su rostro está frente al mío, mientras siento como sus manos tratan de moverse ligeramente, haciendo más presión. Mis manos pasan lentamente al comienzo de cuello.

-¿Qué haces? – pregunto mientras veo como su rostro se va acercando lentamente al mío, abriendo ligeramente la boca.

-Nada – respondo mientras cierra los ojos. Yo solo bajo la mirada, hacia sus labios, acercando ligeramente mi rostro hacia el de ella, siguiéndole los pasos.  

Inesperadamente, siento y escucho como la puerta del vestido es golpeada mientras una voz femenina grita: “otras también queremos usar el vestido ¡apúrense!” haciendo que nos de un espasmo repentino.

-En un momento salimos – digo mientras nos comenzamos a vestir rápidamente, recogiendo la ropa que nos estábamos probando.

Estando lista, abrimos la puerta y salimos, dándonos cuenta de la enorme fila que hay para entrar al vestido. Mi mente solo se pregunta ¿habrán escuchado? Mientras camino hacía el centro de la tienda para dejar la ropa en las repisas.

Alejandra se compra la lencería, impresionantemente, considerando de que nadie la verá con eso, excepto los que se la vayan a coger.

Salimos del lugar, un poco enervadas, rompiendo la tención con risas y chistes infantiles. Mientras reíamos, íbamos caminando por el centro, viendo las tiendas y hablando sobre la fiesta a la que iríamos esa noche.

-¡Oye! Casi me olvido, hoy mi vieja hará un pequeño almuerzo en la casa – me dice Alejandra.

-¿Cuál es el motivo de la fiesta?

-Su empresa cumple 20 años, así que hará una “enorme fiesta” en la casa para celebrar.

-No lo se Ale, se oye aburrido.

-¡SI! Y por eso te estoy invitando jajajaja andaaa, habrá mucha gente aburrida, no quiero aburrirme sola. Yo llamaré a tu vieja para que te de permiso, en serio.

-Jajajaja está bien, pero promete que habrá más hijos de ricachones engreídos.

-Tú solo muéstrale esos molones dejarán de serlo jajajaja

Rápidamente llamo a mi madre para decirle que almorzaré en casa de una amiga, a lo ella accede sin problemas al decirle que se trataba de Ale. Luego, tomamos un taxi y nos fuimos para su casa. Al llegar, se escuchaba la música desde fuera, con adorno sutiles y elegante de fiesta que rodeaban el portón de la casa (yo le digo mansión) de mi amiga.

Tocamos el timbre y nos abren casi al instante. Caminamos por el lugar en donde los carros entran, llegando a la entrada de la casa, escabulléndonos de los invitados que están en el jardín delante. Nos metimos por la cocina para robar un poco de bocaditos, y subimos rápidamente a su cuarto para descansar un poco.

Al entrar, ella cierra la puerta con seguro, haciendo que sospeche un poco en cuanto sus intenciones. Pero lo suficiente, así que no le presté atención.

-Tu vieja si que da buenas fiestas – digo mientras miro por su ventana, observando a los ricos obesos de la ciudad, bebiendo y comiendo.

-Cuando no les prestas atención a tu hija supongo que si haces buenas fiestas – dice mientras se mira al espejo de su cuarto. Este espejo no es ancho como el del vestido, pero sigue siendo muy alto.

-Con todo lo que te da no creo que deberías quejarte – digo mientras volteo a verla.

-A veces quisiera que deje de hacer dinero para que me preste atención, tan solo una vez.

Me quedo muda ante tal confesión, sintiendo la tristeza en sus palabras.

-¿Crees que estoy gordita? – pregunta mientras se mira al espejo, tratando de cambiar de tema.

-¿Por qué te preocupas por tu físico? Durante todos estos años fuiste el centro de atención de los chicos – digo mientras me acerco para darle un abrazo por la espalda – Eres sexi, y esta noche los chicos te lo harán saber, como siempre.

Ella se voltea para sonreírme, soltándome un “gracias, siempre logras hacerme sentir bien” mientras pasa su mano por mi rostro, acomodando mi cabello. Una de sus manos coge mi cintura mientras la otra se queda en mi cuello, acariciando la parte izquierda de mi mentón con su pulgar, mientras mis manos están sobre su cintura. Empieza a acercarse lentamente, como en el vestidor, cerrando un poco los ojos y abriendo la boca ligeramente. En ese momento, me asusto pues me agarró desprevenida, girando mi rosto para evitar que me bese.

-No creo que deberíamos hacerlo Alejandra – digo toda enervada.

-¿Por qué? – pregunta confundida

-¡Por que soy tu amiga! No quiero dañar nuestra amistad.

-Si nuestra amistad se daña, siempre tendremos los recuerdos para saber cuanto nos necesitamos – dice mientras se acerca un poco su rostro al mío.

Trato de esquivar un poco su beso, pero algo dentro de mí quiere besarla. Confundida, apenas muevo mi cabeza, logrando que nuestros labios rocen un poco. Al sentir ese roce, una chispa dentro de mi prendió las llamas del deseo. Deseaba a mi amiga en ese momento. Entonces, acerqué mi rostro con rapidez para besarla con pasión, haciendo que ella me bese con sus labios bembones, manchando de labial los míos.

Sus manos hacen presión en mí, acercándome a ella, haciendo que nuestros pechos choquen y se aplasten gracias el morreo que nos damos. Lentamente va llevando la mano que estaba en mi cintura hacía mi trasero, agarrándome una nalga con delicadeza. Yo mantengo mis manos en su cintura, pero la calentura me gana, haciendo que suba una de mis manos lentamente por su abdomen, hasta llegar a su pecho.

Ella metía su lengua en mi boca, con pasión y romance, tocando mi rostro en el camino. Llevándome hacía su cama, nuestros pies tropiezan un poco, pero no importa, entre más cerca estemos de la cama mejor para mí.

Estando al borde de la cama, nos tiramos suavemente sobre esta, sintiendo como su cuerpo, junto con sus grades y redondos pechos, me aplastan. Entre mis piernas siento mi flujo correr por sentir el cuerpo de mi amiga bien pegadito al mío. Sus piernas se entrecruzan con las mías, poniendo su vagina sobre mi pierna izquierda, sobándose lentamente contra este.

Una de sus manos sube por mi cuerpo, por dentro de mi blusa, llegando a mi brasier y pasando a meterse por debajo de este, tocándome una teta. Por mi parte, una de mis manos comienza a meterse entre sus piernas para desabrocha su pantalón, difícilmente logro hacerlo, meto mi mano entre sus bragas y empiezo a tocar su coño humedecido por mis besos y mi lengua que bailan a través de su boca.

Mientras me besa, va gimiendo al compás del baile de mis dedos en su clítoris. Su cuerpo se mueve gracias al placer, su pelvis va de arriba abajo siguiendo mis dedos. Saca la mano que entre mis tetas y se empieza a bajar el pantalón junto con sus bragas, dándome la libertad necesaria para meter mis dedos en su coño.

Una vez se quitó el pantalón, se arrodilla entra mis piernas para quitarse la blusa junto con el sostén. Aprovecho ese momento para desabrocharme el pantalón y quitarle la blusa con rapidez.

Al quedarse desnuda, y viendo que se me complicaba quitarme la ropa por la desesperación, me ayuda quitándome las bragas, cogiéndola por los costados y tirando de ella para ver mi coño, también humedecido por sus besos.

Bajo su cara, pasando su lengua por mi cuello, pasando por en medio de mis pechos aun teniendo el sostén, pasando por mi ombligo, hasta llegar a mi coño. Su lengua comenzó a bailar sobre mi clítoris, moviéndola de izquierda a derecha, haciendo que me retuerza sobre la cama del placer que su boca me provocaba.

-¡Ahh! ¡Que rico! – gemía entre labios, intentando ocultar mi morbo ante dicha situación. Ella bajaba y subía entre mis labios, abriéndolos a su placer, a la vez que metía dos de sus dedos en este. Mis manos cogían su cabeza, intentando, tontamente, meter su lengua en mi coño.

Después de tener su cabeza entre mis piernas, ella se alza, ubicándose encima de mí, poniendo mis piernas sobre sus hombros. En esa posición nuestras partes chocan, haciendo que Alejandra comience a moverse como si estuviera cogiendo con un chico.

El roce de nuestros coños húmedos nos da placer que necesitábamos para gemir en coro. Nuestros senos chocan entre sí, contribuyendo a la excitación del momento. Ella me va besando mientras su flujo se junta con el mío, haciendo que nuestras vaginas resbalen, escuchando sus roces, sintiendo el placer sublimas de sus tetas sobre las mías en constante movimiento.

Llega un momento en que deja de moverse, trata de alzar una pierna para colocarla entre mis piernas. Lo logra, quedando como dos tijeras, y, estando así, ella se empieza a mover de adelante a atrás, como si se estuviera rozando con una almohada. Así puedo sentir con más placer a mi amiga, y su delicioso coño.

La pierna que está sobre mi abdomen logra alcanzar un de mis tetas, tocándola y moviendo la pierna apropósito para darme más excitación. Por mi parte, estiro una de mis manos para alzar a tocar sus pechos. Moviendo sus pechos a mi antojo, mientras ella se roza contra mi coño, comenzamos a gemir juntas, siento el venir del clímax, del éxtasis.

-No pares ahhh no pares – gimo mientras ella se mantiene en constante movimiento, tocando mi entre pierna con suavidad.

Puedo ves como su culo choca con mi otra entre pierna, haciendo que lo toque, haciendo que mi amiga gima. Al hacer esto, hago que ella gima en voz alta, sin importar que nos escuchen, sin importar que nos descubran.

El sonido de nuestros coños humedecidos aumentó, la respiración de cada una se aceleraba junto con la circulación sanguínea. Sentía sus pechos revotar por el roce brusco, viendo como su cabello hacía vaivén con cada movimiento. En eso, un grito de placer salió de la boca de cada una, dando a entender la hora de la corrida.

 Mi cuerpo se retorcía de placer al sentir como mi flujo, junto con el de ella, salía a chorros, mojándonos entre las dos, al mismo tiempo. Podía sentir una gran cantidad de flujo bajando entre mis manos hasta llegar a la cama, mojándola, marcando nuestro momento más sublime.

Por el cansancio, ella se acuesta a mi costado, tirándose con suavidad. Escucho su respirar delicado sobre mi oreja, enredando con su brazo, abrazándonos. Volteo para mirar a la los ojos, veo esa sonrisa de cansancio y placer en su rostro, con un poco de sudor bajando por su frente.

-Mi amiga de chocolate – dice mientras pasa su mano por mi rostro, acomodando mi cabello mechoso.

-Mi amiga de leche – digo, soltando una pequeña risita, y dándole un beso. Después, bajo mi cabeza, posando mi lengua sobre su piel, posándola por su cuello, sus pezones, su estómago, hasta llegar a su clítoris, y terminar lo que comenzamos.  

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